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Estrategias tecnológicas ante el calentamiento global

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África está experimentando una de las situaciones climáticas más críticas de su historia reciente. Eventos como un aumento en la frecuencia de las olas de calor, lluvias intensas y largos periodos de sequía están cambiando radicalmente la escena ambiental, económica y social del continente. Las consecuencias son catastróficas: destrucción de cosechas, falta de agua potable, fallos en el suministro de energía y un aumento en las enfermedades vinculadas al cambio climático. En este escenario, emerge una necesidad perentoria: invertir en tecnología digital como medio para reducir los efectos y fomentar la resiliencia.

En el año anterior, las temperaturas en el continente africano han mostrado una tendencia al alza. Regiones como el norte de África han registrado aumentos especialmente preocupantes. Este aumento de calor provoca efectos en cascada: los mares que rodean al continente, como el Atlántico y el Mediterráneo, también alcanzan temperaturas sin precedentes, lo que empeora la situación climática global. Estos cambios impactan tanto al medio ambiente como a sectores esenciales como la agricultura y la pesca, de los cuales dependen millones de personas.

La falta de lluvia representa uno de los mayores riesgos. Naciones del sur del continente como Zambia, Malawi y Zimbabue están experimentando uno de los momentos más áridos en décadas. Las pérdidas en el sector agrario han sido considerables, impactando de manera directa la estabilidad alimentaria y financiera. Además, los niveles reducidos de agua en las reservas como el lago Kariba restringen la producción de energía eléctrica, exacerbando los desafíos estructurales de la zona.

En contraste, otras partes del continente sufren el efecto opuesto: lluvias intensas y repentinas que provocan inundaciones, pérdida de vidas humanas, desplazamientos y daños a la infraestructura. En el este de África, la disminución de precipitaciones plantea nuevos desafíos para el suministro de alimentos, mientras que en el norte, las campañas agrícolas consecutivas con bajos rendimientos reflejan una combinación letal de estrés hídrico y temperaturas extremas.

Las repercusiones del calentamiento global van más allá del entorno natural. Afectan significativamente la eficiencia en el trabajo, sobre todo en áreas donde el empleo se realiza al aire libre. Asimismo, perturban el ámbito educativo, al forzar el cierre de instituciones educativas durante condiciones climáticas extremas, y amenazan el bienestar de la población al facilitar la expansión de enfermedades transmitidas por insectos, como la malaria y el dengue.

Dada esta realidad, la digitalización se presenta como una estrategia clave para adaptarse y responder de manera eficiente. Varios países de África ya están utilizando tecnologías que les ayudan a prever eventos extremos y reducir su impacto. Un ejemplo de ello es el empleo de aplicaciones móviles, mensajes SMS y plataformas digitales para compartir datos meteorológicos, lo cual ha sido esencial para agricultores, pescadores y comunidades en riesgo. Algunos gobiernos han empezado a utilizar inteligencia artificial y técnicas de radar para mejorar sus sistemas de monitoreo y alerta.

En el último año, varios centros meteorológicos nacionales han modernizado sus sistemas digitales, logrando ofrecer alertas más eficientes y accesibles. Sin embargo, estos avances aún son insuficientes frente a la magnitud del problema. Es necesario ampliar la inversión en infraestructura tecnológica, mejorar la conectividad en zonas remotas y fortalecer la cooperación regional para compartir datos e información clave de manera oportuna.

El desarrollo de sistemas de aviso anticipado es sumamente importante. Programas liderados por entidades globales tienen el objetivo de asegurar que toda la población del continente disponga de datos cruciales que puedan preservar vidas y disminuir las pérdidas económicas causadas por desastres naturales. Estas acciones no solo son imprescindibles, sino también urgentes, dado que cada año los fenómenos extremos aumentan en frecuencia y gravedad.

La digitalización no es un remedio milagroso, pero ofrece una oportunidad real para mejorar la habilidad de África para enfrentar el cambio climático. Apostar por la tecnología implica igualmente apostar por la calidad de vida, la seguridad alimentaria y un porvenir más equitativo y sostenible para millones de individuos.

Por Mario Clark